Una película de Pedro Almodóvar
Nuevamente Almodóvar pone de manifiesto su temática homosexual, tras la sucesiva propuesta transgénero y alternativa de sus personajes. Desde “Tacones lejanos” (1991, Cesar a la mejor película extranjera / Drama), que bordea el transformismo, hasta su última producción ”Hable con ella” (2002), que hace hincapié en el bisexualismo, este director, asume responsablemente su afán por mostrar la realidad española en términos globales, con el desprejuicio total de una sociedad que acepta totalmente sus minorías que más bien ya son mayoría.
Esta nueva producción, es un cine sin tapujos. En el cual la temática homosexual, en sus personajes no se esconde por ningún lado. Es un cine, por decirlo así, declarado; salido finalmente del closet. Tras una serie de producciones anteriores que desencadenan en el destape total de tratar el tema abiertamente como en la “Mala Educación”. Una manifestación totalmente gay.
Difícil de comprender en algunos momentos, por una secuencia alternada de imágenes entre el pasado y el presente, se hace presente lo explícito en cada escena, sin caer en lo grotesco, mostrando escenas de sexo explícito, de modo osado pero no ajeno a producciones netamente heterosexual, sin reprimirse de la emoción que ellas significan.
La historia cuenta un triángulo amoroso entre dos ex alumnos de un colegio católico y su entonces rector Padre Manolo, un padre enamorado profundamente de uno de los alumnos. Ignacio Rodríguez (Gael García Bernal) y Enrique Goded (Fele Martínez), son los dos chicos que fueron separados de su amorío por los celos del Padre Manolo. Hoy en el presente, ya adultos, los tres personajes vuelven a encontrarse y se desata una historia de pasiones y venganza que juega entre la realidad y la ficción.
Una película con tres escenarios distintos, en su intento por hacer más lúdico el propósito de Almodóvar, irregularizando el concepto tradicional, cimentando ese estilo Almodovariano.
En el eje central del filme se encuentra un relato de Ignacio llamado “La Visita”. Alrededor de esa narración, que cuenta la infancia de Ignacio y Enrique en el colegio católico, es que se forman los tres escenarios. Uno es el relato mismo, las memorias de una infancia reprimida. El otro escenario es el presente, en donde los tres personajes ya adultos se encuentran; y el tercero es una adaptación de cine del relato, en donde se añade a la trama un personaje sorpresa que complica aún más toda la red de engaños y pasiones que se desatan entre los principales.
Creando así un enredo que mezcla realidad y ficción, poniendo en duda la identidad del personaje principal, del que predominan el deseo y la pasión. Y es que “La mala educación” no es un filme que presenta una postura a favor de la homosexualidad o en contra de la religión, sino una historia sobre venganza, deseo, engaños, fatalidad. Que sea un manifiesto gay, por así decirlo, y que tiene sus raíces sobre la práctica de la pedofilia en las escuelas católicas, algo que en el cine español nunca ha sido motivo de desconcierto. Temática abordada en su producción “La ley y el deseo” (1987).
Logrando con su estructura narrativa y su dibujo de los personajes crear - no a la perfección, pero si de manera funcional - esos elementos del cine negro tan característicos, como venganza, traiciones, engaños, incluso humor.
Es así que con este filme, Almódovar vuelve a consagrarse como gran director y guionista con una historia estremecedora que creará críticas opuestas y controversias, al introducirse dentro de la forma de enseñanza católica.
“La mala Educación”, es por sobre todo, una declaración de respeto y amor al séptimo arte. No cabe duda que la temática crea visiones opuestas y controversias.
Lo más interesante de todo, es que el filme, responde a un afán autobiográfico de su propio autor, el que sin deseos de ser un acérrimo enemigo de la iglesia, se deshace de aspectos propios, que hablan de su relación con la iglesia católica y sobretodo de la pedofilia. Sin ser una obra maestra, la película cumple y se compenetra con las más íntimas emociones, el que tiene por detrás un gran trabajo actoral de gran talla, mezclando lo visual, como lo escrito, generando un entendimiento surrealista a veces, como propuesta hacia un despliegue de la mente de un director que se permite hoy en día, marcar la pauta en estilo propio, con ese toque de tan Almodovariano, en una película con los elementos necesarios para poder decir que trasciende, dentro de su categoría.
